La Directiva NIS2 establece que la ciberseguridad ya no es únicamente una cuestión técnica que pueda delegarse en el departamento de IT; ahora, la alta dirección de las empresas tiene un papel fundamental en la creación y supervisión de una cultura de ciberseguridad.
Este enfoque obliga a los líderes a asumir una responsabilidad activa en la implementación y en la continuidad de las medidas de seguridad.
Para cumplir con la NIS2, se espera que los directivos no solo apoyen las iniciativas de ciberseguridad, sino que también se involucren directamente en las decisiones y evaluaciones de riesgo.
Además, la directiva subraya la importancia de la formación en ciberseguridad para la alta dirección, un aspecto que permite que los líderes comprendan en profundidad los riesgos y las estrategias de protección necesarias para la organización.
En la directiva podemos leer:
“El Estado miembro debe garantizar que la alta dirección de las entidades esenciales e importantes asista a formaciones de ciberseguridad y desarrolle planes de concienciación al interior de sus entidades. Dichas formaciones deben abarcar la totalidad de sus empleados y brindar concienciación, conocimiento y destrezas para detectar riesgos de seguridad y comprender la repercusión en la operación de la entidad”
Ejemplos de acciones concretas de liderazgo en ciberseguridad
Para que la alta dirección impulse esta cultura de seguridad, existen varias prácticas a seguir. Por ejemplo:
- Involucrarse en las auditorías de ciberseguridad y revisar periódicamente los resultados para asegurar el cumplimiento de las medidas.
- Promover la transparencia interna respecto a incidentes de ciberseguridad, compartiendo lecciones aprendidas con el personal para que todos se beneficien y estén mejor preparados.
- Establecer políticas claras que todos los niveles de la empresa deben seguir, lo cual refuerza la idea de que la seguridad es una prioridad de toda la organización, no solo del departamento de IT.
Capacitación y sensibilización de los empleados: el “firewall humano”
Uno de los pilares de la Directiva NIS2 es asegurar que cada miembro de la organización, desde los líderes hasta los empleados de base, esté preparado para reconocer y responder a posibles amenazas de ciberseguridad.
Este concepto se conoce comúnmente como el “firewall humano”, un término que subraya la idea de que la primera línea de defensa no es solo tecnológica, sino también humana.
La directiva enfatiza que todos los empleados deben recibir una formación adecuada para identificar riesgos, comprender los protocolos de seguridad y actuar de manera proactiva ante incidentes potenciales. Esto incluye desde el reconocimiento de correos phishing hasta prácticas seguras para la gestión de datos y el uso de dispositivos.
Ejemplos de temas clave en la formación
Para construir un firewall humano eficaz, las organizaciones pueden implementar programas de capacitación que incluyan temas como:
Identificación de amenazas comunes
Sabemos que los correos de phishing o enlaces sospechosos son una brecha de seguridad importante. Según el informe de Cloudflare sobre amenazas de phishing en 2023, los enlaces maliciosos continúan siendo la principal táctica utilizada por los atacantes, lo que destaca la importancia de la capacitación de los empleados para identificar y evitar estos riesgos.
Además, el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) gestionó 83.517 incidentes de ciberseguridad en 2023, de los cuales 14.261 corresponden a casos de phishing. La formación de todos los empleados, desde los directivos hasta el último de los empleados sigue siendo crucial a pesar de estar rozando el 2025.
Manejo seguro de contraseñas y autenticación multifactor
La perspectiva de confianza cero (Zero Trust) permite una verificación exhaustiva en tres áreas clave para asegurar el acceso de manera controlada y segura:
- Seguridad del dispositivo: valida el nivel de confianza del dispositivo mediante parámetros objetivos, tales como la actualización de parches de seguridad, el cifrado, el estado del sistema operativo, la presencia de antivirus, el uso de firewall, y el software instalado. Esto asegura que el dispositivo cumple con los requisitos necesarios para acceder a la red de manera segura.
- Identidad del usuario: confirma la identidad del usuario utilizando factores de autenticación múltiples o dobles, como el uso de dispositivos móviles, métodos biométricos, llaves criptográficas y reconocimiento facial, garantizando que solo usuarios autorizados puedan acceder.
- Acceso a aplicaciones: revisa y controla el acceso a las aplicaciones específicas para las que el usuario tiene autorización, limitando el acceso solo a los recursos necesarios y evitando accesos no autorizados a aplicaciones sensibles.
En Semantic Systems, hemos desarrollado productos específicos orientados a garantizar esta confianza cero en las industrias más punteras, como parte del plan integral de ciberseguridad necesario en cualquier empresa.
Protocolos de respuesta ante incidentes
En los últimos años, la superficie de ataque de las empresas ha crecido de manera exponencial. Esto se debe al uso creciente de dispositivos diversos, como smartphones, tablets y computadoras, que los empleados utilizan para acceder a los sistemas y datos corporativos, tanto dentro como fuera de la oficina.
Estos dispositivos, o endpoints, suelen almacenar información crítica, como registros de eventos de red, configuraciones, procesos y archivos sensibles. Al estar conectados a la red, constantemente envían y reciben datos, lo que los hace vulnerables a ataques cibernéticos que buscan explotar cualquier debilidad en la seguridad de estos puntos de acceso.
La automatización de los flujos de trabajo de seguridad clave es una mejora fundamental que permite a los responsables de infraestructuras de IT asegurar eficazmente los endpoints, al mismo tiempo que alivia la carga sobre sus equipos, que a menudo están sobrecargados y cuentan con recursos limitados.
Más allá de la automatización de estos flujos de trabajo, la comunicación de estos protocolos de respuesta ante incidentes debe salir del área de los responsables y ser comunicados eficazmente a todos los miembros de la plantilla.
Solo así serán conscientes de la responsabilidad personal de cada miembro de actuar como “primera brecha” antes de que estos incidentes entren en manos de los responsables de IT.
Además, dará la confianza necesaria a todos los involucrados para que sientan que más allá de la responsabilidad de cumplir con los protocolos, las organizaciones y, en concreto, los directivos, están haciendo todo lo posible por mantener la seguridad de los datos de la empresa intacta.
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Vinculación de la NIS2 con otras normativas y estándares de seguridad
La Directiva NIS2 no actúa sola; se alinea con otros estándares internacionales de ciberseguridad, lo que facilita su integración en empresas que ya aplican normativas como ISO 27001 o el Esquema Nacional de Seguridad (ENS) en España.
La ISO 27001, por ejemplo, establece los requisitos para un Sistema de Gestión de Seguridad de la Información (SGSI), que ayuda a las organizaciones a proteger sus datos y a asegurar que las prácticas de ciberseguridad sean consistentes y efectivas.
El Esquema Nacional de Seguridad, por su parte, es una norma que aplica específicamente al sector público en España y a aquellas entidades privadas que colaboran con él.
La implementación de la NIS2 en estos entornos, por lo tanto, complementa y refuerza las medidas de seguridad ya existentes, ayudando a crear un entorno de ciberseguridad más robusto y uniforme en toda la región.
Para las empresas que ya cumplen con estos estándares, la transición a los requisitos de la NIS2 puede ser más sencilla, ya que los principios básicos son consistentes. Sin embargo, también ofrece una oportunidad para revisar y fortalecer las prácticas de seguridad a la luz de las nuevas exigencias de la directiva.
Esta vinculación con otras normativas permite que la NIS2 se integre de forma fluida en el marco de ciberseguridad global de la organización, potenciando así su eficacia y adaptabilidad.
Estrategias para construir una cultura de ciberseguridad en toda la empresa
Fomentar una cultura de ciberseguridad dentro de la empresa no es una tarea que pueda lograrse de un día para otro, y mucho menos responsabilidad exclusiva del equipo de IT o de la alta dirección.
La Directiva NIS2 recalca la necesidad de que todos los miembros de la organización, desde los niveles más altos hasta el personal operativo, entiendan la importancia de la ciberseguridad y adopten prácticas seguras en su trabajo diario.
Una cultura de seguridad bien establecida convierte a cada empleado en un eslabón esencial de protección, creando un “firewall humano” que complementa las defensas tecnológicas.
Para lograr este objetivo, presentamos algunas estrategias clave:
Simulaciones de ataques y ejercicios de phishing
Una de las formas más eficaces de preparar a los empleados frente a amenazas reales es mediante simulaciones de ciberataques controlados.
Ejercicios como las campañas de phishing simuladas no solo permiten evaluar la capacidad de los empleados para detectar amenazas, sino que también identifican áreas donde podría ser necesario mejorar la formación.
Estos simulacros brindan una experiencia práctica y libre de riesgos, fortaleciendo la habilidad de los empleados para identificar correos sospechosos, enlaces maliciosos o intentos de fraude.
Además, los resultados de estos ejercicios pueden ser útiles para adaptar la formación y enfocar los esfuerzos en las áreas más vulnerables.
Campañas de concienciación y recordatorios periódicos
La ciberseguridad debe ser una prioridad constante, no solo un tema a tratar en momentos puntuales. Mantener la seguridad en la mente de los empleados mediante recordatorios regulares, carteles, Newsletters y campañas de concienciación ayuda a mantener el compromiso a largo plazo.
Estos recordatorios pueden incluir desde consejos básicos de buenas prácticas hasta información sobre nuevas amenazas emergentes.
También se pueden utilizar canales digitales para enviar alertas en tiempo real cuando se detecten amenazas específicas que puedan afectar a la organización, promoviendo una respuesta ágil y colectiva.
Formación adaptada a diferentes roles
No todos los empleados tienen las mismas responsabilidades ni enfrentan los mismos riesgos, por lo que es crucial adaptar la capacitación en ciberseguridad a las necesidades específicas de cada rol.
Por ejemplo, los equipos de finanzas pueden recibir formación adicional sobre cómo detectar intentos de fraude o phishing dirigido (spear phishing), mientras que los departamentos de recursos humanos pueden enfocarse en la protección de datos sensibles de empleados.
Esta personalización garantiza que cada persona esté preparada para los desafíos de seguridad que pueda enfrentar en su puesto.
Canales de comunicación abiertos y accesibles
Una parte esencial de una cultura de ciberseguridad es que los empleados sientan que pueden reportar incidentes o preocupaciones de manera rápida y sin temor a represalias.
Establecer canales de comunicación abiertos y accesibles para reportar problemas de seguridad permite una respuesta temprana y una contención más efectiva de los riesgos.
Asimismo, fomenta una atmósfera de confianza, donde el personal se sienta cómodo discutiendo temas de ciberseguridad sin miedo a repercusiones. Algunas empresas incluso ofrecen incentivos para aquellos empleados que detectan y reportan vulnerabilidades, reforzando así la proactividad en la identificación de riesgos.
Promover el liderazgo en ciberseguridad entre empleados clave
Identificar y formar a embajadores de ciberseguridad en distintos departamentos es una práctica deseable para reforzar la cultura de seguridad.
Estos empleados clave, con una formación adicional en ciberseguridad, pueden actuar como puntos de referencia y apoyo para sus compañeros, ayudando a resolver dudas y promoviendo buenas prácticas en el día a día.
Esta red de embajadores permite una difusión más rápida de las políticas de seguridad y contribuye a que las mejores prácticas se interioricen de manera natural en toda la organización.
Aplicando estas estrategias, las organizaciones no solo cumplen con los requisitos de la NIS2, sino que también fortalecen su defensa ante posibles amenazas internas y externas.
La creación de una cultura de ciberseguridad sólida y participativa permite que los empleados se conviertan en defensores de la seguridad, ayudando a reducir el riesgo de incidentes y a mejorar la resiliencia general de la empresa.
Métricas de efectividad para una cultura de ciberseguridad
Para asegurar que una cultura de ciberseguridad esté realmente funcionando, es necesario contar con métricas que permitan medir el éxito de las políticas implementadas y detectar áreas de mejora.
Estas métricas, o indicadores clave de rendimiento (KPI), ayudan a seguir la eficacia de las estrategias y a tomar decisiones informadas.
Uno de los más importantes es el número de incidentes de ciberseguridad detectados y reportados. Esto nos dice no solo cuán atentos están los empleados, sino también qué tan rápido logran identificar y avisar sobre posibles amenazas. Si este número es bajo, quizás sea momento de reforzar la formación o mejorar los canales de comunicación.
Otro indicador clave es cómo reaccionan los empleados en las simulaciones de phishing. Saber cuántos detectan y evitan caer en estos “cebos” es una buena forma de evaluar su nivel de concienciación. Al final, estas simulaciones nos ayudan a ver si los mensajes sobre seguridad están calando realmente.
También es importante el tiempo de respuesta ante incidentes. No solo evalúa los protocolos, sino también la preparación y agilidad de todo el equipo. Si hay demoras, podría ser necesario revisar los procedimientos o ajustar la coordinación entre los departamentos.
Por último, está el nivel de participación en las formaciones de ciberseguridad. Si el personal asiste regularmente y muestra interés, es una señal de que el compromiso es real y de que la cultura de seguridad está tomando fuerza. Después de todo, una cultura de ciberseguridad solo funciona cuando todos están alineados y conscientes de su rol en la protección de la empresa.