Hablamos con Azucena Ochoa, Consultora preventa IT, en Semantic Systems.
El sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones es un sector muy masculinizado, ¿a qué crees que se debe? ¿Sientes que las cosas están cambiando y las mujeres cada vez estáis más presentes en todos los sectores?
Recuerdo que cuando le dije a mi padre que quería estudiar ingeniería (hablamos de hace 20 años), su respuesta fue “piénsatelo bien, es un mundo muy machista”.
Su preocupación no era que esto pudiese quedarme grande ni nada parecido. Él sabía que yo era más que capaz, pero le preocupaba que no me tomasen en serio por ser mujer, que me infravalorasen o que quedase relegada en un trabajo inferior al que pudiera merecer. Y mi respuesta fue “pues si este mundo es machista, habrá que cambiarlo”.
Y gracias a dios, es verdad que ha ido cambiando a mejor. Todavía queda mucho trabajo por delante, pero a día de hoy, y en mi experiencia laboral, el machismo no es la tónica habitual, aunque por supuesto que todavía quedan espacios en los que por desgracia sigue presente.
Lo que sí que es cierto es que es un sector muy masculinizado, quizá porque hace años se tenía generalizada esa manera de pensar y las mujeres no accedíamos a estudios relacionados con la informática.
Quizá si yo no lo hubiese tenido tan claro y hubiera tenido dudas sobre qué camino tomar en mis estudios, puede que mi decisión no hubiese sido la misma. Y puede que otras mujeres, con esto en mente, con que este mundo más tecnológico era más masculino, finalmente optaran por otras opciones antes de realizar unos estudios más científicos o técnicos. Pero creo que, a día de hoy, poco a poco, eso está cambiando, y cada vez vemos más mujeres en estos ámbitos y me alegra enormemente.
¿Cómo es para ti trabajar en Semantic Systems? ¿Qué les dirías a las mujeres para animarles a acercarse a este sector?
Espero que los jefes no estén escuchando, que van a pensar que es peloteo, pero la verdad es que trabajar en Semantic Systems es una maravilla en todos los aspectos. Hay buen ambiente, mucho compañerismo y buen rollo.
Pero yendo un poco al tema que nos atañe hoy, por mi parte nunca jamás he notado un trato diferencial por ser mujer, y me refiero a que no lo he notado ni en sentido negativo, pero tampoco en sentido positivo, y esto segundo me hace muy feliz.
Nunca jamás me han hecho sentir menos por ser mujer, o infravalorada, pero tampoco ha sido necesaria una discriminación positiva. Y esto es porque nadie se fija en si eres o no mujer para valorar el trabajo o tus aportaciones, somos compañeros, todos iguales, independientemente de género, y ese es el mejor escenario para mí.
Para animar a las mujeres a acercarse a este sector no tengo nada más que decir que no le tengan miedo, que los tiempos han cambiado mucho, y que cuantas más seamos trabajando en estos ámbitos, mayor normalidad conseguiremos.
¿Siempre has tenido vocación por trabajar en la informática?
Bueno, siempre he tenido vocación por las ciencias en general. De pequeña me encantaban las mates, la biología, la química, la física… A los 11 años ya estaba suplicando que me regalasen mi primer ordenador.
Tardé poco en abrirlo y ponerme a trastear con sus componentes, y aprender qué necesitaba para que fuese mejor y a tunearlos, a juguetear con distintos sistemas operativos y programas, etc.
Pero no fue hasta unos cuantos años más tarde cuando me di cuenta de que mi verdadera vocación era la informática, más en concreto, en realidad, me interesé por la automatización industrial y la inteligencia artificial, o como lo llamo yo: “programar mis robotitos”.
A día de hoy no me dedico a esa rama en concreto, sino que me centro en la fase de diseño de proyectos de sistemas para empresas, pero la verdad es que lo prefiero así, porque me encanta el trabajo que realizo y aprendo muchísimo cada día, y de este modo puedo seguir manteniendo el tema de los robots como un hobby para mi tiempo libre y disfrutar de ello.
¿Cómo despertarías la vocación de las niñas en la ciencia?
En mi infancia creo que la sociedad aún no tenía normalizado ni asumido que una niña o mujer tuviera una vocación en ciencia. En mi colegio, que era solo de chicas, pretecnología era coser e informática era mecanografía, y así es muy difícil despertar la vocación en ciencia de nadie…
A día de hoy es un colegio mixto y estoy segura de que han evolucionado mucho en este aspecto, al igual que muchos otros… Lo que yo creo que hay que hacer, sea a una niña, niño o lo que quiera ser, es enseñarles a descubrir que la ciencia está en todo lo que les rodea y hacerla interesante, enseñarles a que no le tengan miedo porque tenga números y fórmulas, e incluir más práctica junto con la teoría para que también quiten el miedo a cacharrear.
Creo que hay que hacerles ver la ciencia como algo divertido, que no lo vean como “algo que hay que estudiar”, sino algo que es “entretenido de estudiar”. En el momento en que consigues que algo les atraiga, le pondrán interés y si la vocación está ahí, surgirá de manera natural.
Debemos eliminar de nuestras conversaciones cosas como que las matemáticas, la ciencia, la informática, son difíciles e inaccesibles para que las niñas y los niños se acerquen con ganas a estas materias.
¿Cuáles son tus referentes femeninos en la ciencia?
Pues no me las voy a dar de intelectual, porque no lo soy. Pero por mi vocación informática, cuando me hacen ese tipo de preguntas siempre me viene a la cabeza el nombre de Ada Lovelace, considerada la primera programadora de la historia, y que cuando todo el mundo veía a las futuras máquinas de cómputo como calculadoras, ella fue capaz de ver más allá y prever que las máquinas podrían realizar trabajos mucho mayores que simples cálculos numéricos.
Otro de mis hobbies es la astronomía, así que también me acuerdo mucho de Jocelyn Bell, descubridora de los púlsares. Pero la verdad es que hace un par de años o así leí un artículo sobre María Goeppert Mayer, que ganó un premio nobel compartido por sus descubrimientos sobre el núcleo de los átomos, y muchas veces me acuerdo de ella en momentos de frustración.
Lo que realmente me impresionó fue su determinación. Una mujer que durante 30 años estuvo trabajando en distintas universidades sin que le pagasen un sueldo, en principio por leyes contra el nepotismo, y su primer trabajo remunerado fue cuando la nombraron profesora titular a los 54 años.
Pero esa determinación, y ese espíritu un poquito rebelde para la época, de “preferiríais que me quedase en mi casa, pero me da igual, yo solo quiero hacer física” merece todo mi respeto y admiración.